México se encuentra en una coyuntura política clave. A un año de haber realizado las elecciones presidenciales de 2024, el país sigue experimentando los efectos del proceso electoral más grande de su historia reciente. Con una nueva administración federal encabezada por Claudia Sheinbaum, la primera mujer presidenta de México, los reflectores están puestos sobre las decisiones que marcarán el rumbo del país durante los próximos seis años.
La herencia del obradorismo
El sexenio de Andrés Manuel López Obrador (2018–2024) dejó una marca profunda en la política mexicana. Su proyecto de la «Cuarta Transformación» buscó reformar sectores estratégicos, ampliar los programas sociales y redefinir la relación del Estado con el sector privado. Si bien logró altos niveles de popularidad, también enfrentó fuertes críticas por su estilo centralista, el debilitamiento de algunos organismos autónomos y la falta de resultados contundentes en materia de seguridad.
Sheinbaum, su sucesora y aliada política, asumió la presidencia con la promesa de dar continuidad al proyecto, pero con un estilo más técnico, institucional y dialogante.

Los primeros pasos de la nueva administración
Desde su toma de posesión en diciembre de 2024, Sheinbaum ha priorizado tres ejes: seguridad pública, transición energética y fortalecimiento del sistema de salud. A diferencia de su antecesor, ha buscado mayor cooperación con gobiernos estatales y ha reactivado el diálogo con sectores empresariales y académicos.
Uno de sus movimientos más observados ha sido la designación de un gabinete paritario y altamente calificado, con figuras provenientes tanto del ámbito académico como de la administración pública. En política exterior, ha reafirmado la relación estratégica con Estados Unidos, particularmente en temas migratorios, energéticos y de comercio.
México se encuentra en una coyuntura política clave.
Oposición y reconfiguración partidista
La elección de 2024 también reconfiguró el mapa político. Aunque Morena y sus aliados conservaron la mayoría en el Congreso, la oposición mostró señales de reorganización. El PAN, PRI y PRD, junto con Movimiento Ciudadano, han intentado redefinir sus narrativas para mantenerse vigentes, aunque enfrentan divisiones internas y una creciente desconexión con las bases ciudadanas.
Mientras tanto, nuevas expresiones políticas, especialmente de corte regional o independiente, comienzan a emerger como alternativas frente al bipartidismo de facto entre Morena y sus opositores tradicionales.
La administración actual enfrenta el reto de construir gobernabilidad sin perder legitimidad.
Retos en el horizonte
Entre los desafíos más urgentes están la inseguridad —especialmente en regiones del norte y occidente del país—, la crisis hídrica que afecta a varias zonas metropolitanas, y las tensiones en el sector energético entre la inversión privada y la rectoría del Estado.
A ello se suman temas estructurales como la reforma judicial, el fortalecimiento del sistema educativo, y el combate a la corrupción, que sigue siendo una de las principales demandas sociales.

Un país atento y participativo
La ciudadanía mexicana ha demostrado en los últimos años un creciente interés en los asuntos públicos. Desde protestas feministas hasta movimientos ambientalistas y demandas de comunidades indígenas, diversos sectores sociales están presionando para que la política escuche y responda.
La administración actual enfrenta el reto de construir gobernabilidad sin perder legitimidad. La política mexicana sigue en transformación, y el desenlace dependerá en gran parte de la capacidad del gobierno y de la oposición para construir acuerdos en un país cada vez más informado, exigente y participativo.


